Plutón en Acuario, la purga de la humanidad
El señor de las tinieblas llega al signo de lo colectivo a mostrarnos todo aquello que ya está listo para morir
Hace unas semanas Plutón ingresó a Acuario y esa mezcla de energías es de lo que siempre quiero hablar, ambas por separado son energías que ocupan mucho espacio en mi mente, que he vivido muy de cerca y de la cuales amo hablar, así que tomo esta oportunidad para hacer una reflexión acerca de un ciclo planetario que vamos a atravesar como humanidad hasta el 2044.
Plutón es el señor oscuro, es un personaje que a primera vista podría parecer maligno, es tanto su poder que hace sentir como una pequeña cucaracha a quien se plante frente a él, es tal su fuerza que pone a temblar hasta los más valientes y es alguien a quien es imposible engañar. Plutón sabe lo que hiciste el verano pasado. Su mirada te hace sentir sin ropa porque puede ver a través de lo que sea. Sabe todo lo que ocultas, inclusive lo que te ocultas a ti mismo, conoce tus miedos más profundos y además la raíz de estos. Puede asustarte, atormentarte, torturarte… pero como en esta vida no hay malos, Plutón en realidad tiene una noble tarea: llevarse lo que ya no sirve para que haya espacio para lo nuevo, descompone lo caduco para fertilizar lo que necesita nacer. Es la fuerza de la vida, tan cruda y sórdida como la naturaleza. Es el cambio más radical de conciencia. Plutón es nuestra fuerza vital. Su presencia nos lleva a esos espacios nuestros que por alguna razón decidimos ignorar, algo sucedió tan doloroso que cortamos con esa parte, situación, área de nuestra vida o persona y lo hace para que lo conquistemos y lo volvamos nuestro una vez más. La gran impotencia que genera nos lleva a recuperar nuestro poder si nos entregamos por completo a la experiencia. Lo que es revelado por Plutón nunca puede olvidarse y la vida no vuelve a ser la misma.
Por otro lado Acuario es el tejido social, este es un personaje que se forma de muchos otros, son los grupos a los que nos acercamos para cumplir un objetivo en común, ya sea tener una práctica, estudiar algo, pasarla bien o querer cambiar al mundo. Acuario no es un músico, es los músicos. Acuario es donde el yo florece en el gran nosotros, es donde el ego cansado de sí mismo se entrega a una causa mayor, a un deseo colectivo donde los individuos son importantes pero no están al centro. Es una foto de Spencer Tunik. Acuario es donde todo eso que me hace única y especial me lleva a un lugar en el que soy una más, las jerarquias las dicta la experiencia y el servicio porque en la maquinaria Acuariana ninguna pieza es más importante que la otra. Acuario es el colectivo, es la sociedad. Y cuando Plutón, el señor de las tinieblas llega al tejido Acuariano el resultado es que la sociedad se ve empujada a mirar todo lo que ha ocultado por ser vergonzoso, doloroso y traumático. Se lleva a desempolvar su fuerza vital a través de un proceso de purga profundo.
Uno de los grandes dolores de Acuario se ilustra perfectamente en el dilema del erizo de Schopenhauer: en invierno si un erizo está solo se congela y muere, así que se reúne con otros de su clan para darse calor, pero al acercarse se clavan las púas entre sí. El dilema es que si me acerco me duele pero si me alejo me muero. Esto me hace pensar en la naturaleza humana que necesita sostener su individualidad pero al mismo tiempo no puede sobrevivir completamente solo. Lo he dicho antes, la idea de la independencia es falsa, aunque no lo reconozcamos somos dependientes de otros humanos; sólo para que tú leas esto hay miles de personas implicadas, desde quienes hicieron la computadora en la que escribo, quienes hacen funcionar la electricidad, el internet, los que crearon esta página, hasta quienes construyeron el espacio en el que estás leyéndome, etc. Y los humanos nos necesitamos más aún en tiempos de crisis, pero oh… cómo duele estar cerca.
Esto en cualquier tipo de relación, pero las relaciones colectivas y grupales son de las que queremos hablar hoy. ¿Te has dado cuenta que es más fácil hacer ciertas cosas en grupo? Meditar es más fácil con una sangha, hacer ejercicio es más fácil en una clase o gimnasio, están los grupos de estudio, de oración, de tejido. Desde siempre los humanos hemos tenido la necesidad de reunirnos y cuando lo hacemos sucede una magia muy especial: los campos mórficos. Cuando un grupo de personas se reúne con un objetivo en común se vuelve un sistema y dejamos de ser muchos yoes aislados para volvernos un solo nosotros y el sistema tiene un objetivo propio, vida propia y su propia consciencia. Nos conectamos y aunque en apariencia sigamos siendo personas separadas se crea una red invisible que nos une, lo que uno construya para sí beneficia a todo el sistema y lo que uno deje de hacer lo impacta. Si uno se fortalece nos fortalecemos todos, si uno se distrae nos debilitamos todos, si uno abre el corazón facilita a que los demás lo hagan y si uno se rehusa a hacerlo es más difícil para los demás. Justo como un equipo de remo. Como nos enseña Acuario, es el la culminación del yo en un nosotros que tiene inteligencia propia.
Como todo, estar en grupo tiene sus vicios, sobre todo cuando algo se quiere mantener oculto. Y aquí llegamos a una de las sombras de Acuario: la exclusión. Dentro del grupo proyectaremos en los demás lo que no tenemos integrado, desde rasgos deseables como la sabiduría o el poder hasta rasgos más vergonzosos como la adicción o la violencia y aquí es donde, en mi opinión, empieza a anidar la sombra del colectivo. Cuando somos incapaces de reconocer nuestra propia mierda tomamos a una persona para que la encarne y le volvemos el chivo expiatorio, creemos que al eliminarla el problema desaparece, pero lo que sucede es que lo encarna alguien más. Violentamos al violento porque “él empezó” ciegos ante la realidad de nuestra propia violencia, disfrazándola de justicia, de revancha sin poder aceptar que estamos haciendo lo mismo que juzgamos. Al rechazar y juzgar nuestra propia violencia no podemos aceptarla en el otro, quien quiera que se atreva a reflejarnosla se volverá nuestro enemigo, la persona non grata, a quien hay que eliminar con la idea ilusoria de que esa persona se llevará el problema consigo. Tenemos así a los marginados sociales, quienes encarnan una verdad que no queremos ver, nos muestran algo que no sabemos reconocer y por eso se vuelven tan incómodos, los mandamos a la periferia para olvidarlos sin reconocer el gran acto de amor que están haciendo por el sistema, su ser esconde un mensaje “yo seré adicto para que tú no tengas que reconocer tu adicción” “yo seré extraño para que tú no tengas que reconocer tu extrañeza” “yo seré todo lo que odias para que puedas creer que eso no existe dentro de ti” Un servicio inconsciente, un sacrificio invisible.
Planteemos un ejemplo: tenemos una familia donde hay un hijo con una adicción severa a las drogas. Pareciera que es un caso aislado ya que nadie en la familia las consume, pero el padre es adicto a las redes sociales, la madre al trabajo y la hermana al cigarro, todos tienen adicciones menos evidentes o menos “graves” que fácilmente pueden justificar, el padre usa las redes sociales para mantenerse informado y conectar con sus amigos, la madre trabaja porque es importante generar dinero y la hija puede argumentar que los cigarros son legales y no alteran la conciencia, que no es lo mismo que una droga dura. Entonces tenemos un sistema donde se ocultan las adicciones así que un individuo las encarna de una forma que no puedan ser justificadas ni evadidas, su adicción individual dice “la adicción existe en este sistema, mirenla”.
Generalmente lo que sucede es que la familia señala al hijo como el adicto y hace lo que puede para que él cambie, con mucho amor le mandan a rehabilitación, a terapia, regresa a vivir a casa de los padres, se le apoya de cualquier manera o en otros casos menos amorosos se le excluye, se le deja de invitar a reuniones familiares y se deja de hablar de él esperando que así desaparezca. Pero nada de esto resuelve el problema de fondo porque la familia sigue sin asumir ni trabajar sus propias adicciones y el hijo sigue cargandolas desde un amor ciego. Si recordamos esta idea de que lo que haga uno impacta a los demás, lo que más va a ayudar a que ese hijo sane es que cada miembro de la familia reconozca y atienda sus adicciones, que en lugar de intentar arreglar el síntoma afuera, lo trabajen adentro.
Esto nos lleva a una idea que existe desde tiempos inmemoriales: todos somos uno. Por lejano que parezca lo que existe en el otro existe en mi, todo aquello que puedo ver es porque habita en mi interior, la grandeza y la perversión, la luz y la oscuridad, el amor y la crueldad.
El pasatiempo favorito de Plutón es exponer lo oculto, llega este gran señor de las tinieblas y con su olfato de sabueso encuentra el closet en el que se ha escondido todo lo que no queremos ver y lo abre de par en par revelando su desagradable olor. Quienes viven en esa casa se llenan de vergüenza al sentir que su mierda está expuesta y dependiendo de su nivel de conciencia pueden decir “eso no es mío” y emprender la búsqueda del culpable lo que nos lleva a la conocida cacería de brujas donde atacamos, excluimos y maltratamos al chivo expiatorio, todo justificado bajo la mentira de que esa persona y sólo esa persona es la que carga la mierda que se reveló. O podemos aceptar que esos esqueletos son nuestros, sentir la vergüenza, el miedo y el dolor que nos llevó a esconderlos en primer lugar y de rendidos agradecer a Plutón su revelación porque gracias a esta podemos ser un poquito más nosotros. Un encuentro con este señor requiere mucho amor, compasión y la certeza de que eso que se está expresando es para nuestro más alto bien, por incómodo y doloroso que sea porque la función de Plutón no es humillarnos ni herirnos, es llevarnos a esos lugares de nuestro interior que por algún trauma cancelamos para que podamos reclamarlos, nos muestra nuestros miedos para que los conquistemos, nos enseña lo más grotesco de nosotros para que podamos amarlo. Plutón nos lleva a observar nuestra humanidad de la manera más cruda posible, nos pone de frente nuestra cruel animalidad para que podamos abrazarla y acceder a la fuerza que yace en ella.
Entonces cuando Plutón llega a un signo le hace una auditoría a nivel colectivo, llega con su visión de rayos equis a decir “¿qué han estado haciendo con esto?” y ante su mirada nada puede mantenerse oculto. Así que cuando llega a Acuario empezará a revelar la sombra colectiva. Traerá su lupa gigantesca y escrutinará el tejido social, revelará los abusos que se han permitido, nos enfrentará con los miedos que nos genera y nos regalará la oportunidad de reconstruirnos.
Mi propuesta para navegar estos tiempos es abrirnos a la posibilidad de que eso que condeno en el exterior exista dentro de mi, aunque sea al 1%, pero no quedarme viendo sólo a mi ombligo. Es hacer mi trabajo porque los demás lo necesitan, es asumir mi granito de arena dentro de este inmenso mar llamado mundo, es atreverme a acercarme a otros por más doloroso que parezca, es entregarnos a la purga con toda la confianza de que resurgiremos. Es confiar en que cada fractura del mundo como lo conocemos es para llenarlo un poco más de amor, es dejar que el sufrimiento nos abra el corazón, confiar en que estamos pariendo una nueva humanidad. Es entregarnos a la verdad para ser un poco más libres.
Querida Fer, lo que escribes acerca de Plutón y Acuario es una verdad dolorosa: para aceptar nuestra maldad, nuestra violencia, nuestras mentiras etc. necesitamos valentía para ver a Dios en el otro sin adjudicarle nuestros errores, nuestras falsedades es difícil ser sinceros con uno mismo cuando has pasado ocultándolas toda tu vida, en fin es muy aleccionador lo que escribes y muy esperanzador saber que uno puede cambiar y ser un granito de arena para el bienestar del mundo. Gracias por hacernos ver esa verdad. Te quiere tu Nonna